Barcelona registra 12.100 denuncias por venta ambulante irregular
El fenómeno de la venta ambulante irregular en Barcelona ha vuelto a situarse en el centro del debate público este verano. Según los últimos datos municipales, la ciudad ha registrado 12.100 denuncias por venta ambulante no autorizada, lo que supone el doble de las cifras contabilizadas en la misma época del año pasado. Este aumento refleja no solo la magnitud del problema, sino también la dificultad de erradicar una actividad que se ha extendido por zonas clave de la ciudad, como las playas, el paseo marítimo y algunos barrios con gran afluencia de turistas.
La venta ambulante, conocida popularmente como top manta, se ha convertido en un fenómeno complejo que mezcla factores sociales, económicos y de seguridad. Por un lado, se trata de un medio de subsistencia para personas en situación vulnerable que, sin acceso a un trabajo regularizado, optan por la venta en la vía pública. Por otro, representa un conflicto con el comercio local, que denuncia una competencia desleal al no poder competir con los precios bajos de los productos ofrecidos en la calle, en muchas ocasiones falsificaciones.
El aumento de denuncias se explica, en parte, por el refuerzo de la presencia policial en las zonas más concurridas durante la temporada alta de turismo. Los operativos de la Guardia Urbana y los Mossos d’Esquadra han tratado de disuadir la práctica, incautando mercancías y levantando actas contra los vendedores. Sin embargo, los propios agentes reconocen que el impacto de estas acciones es limitado, ya que la venta ambulante se reactiva en cuanto termina la intervención.
Un ejemplo reciente de este fenómeno ocurrió en Badalona, donde un operativo policial consiguió frenar durante unas horas el conocido como mercado de la miseria. Este espacio improvisado, en el que se venden productos de segunda mano y artículos recogidos de la basura, había generado numerosas quejas vecinales. El alcalde de la ciudad, Xavier García Albiol, fue especialmente crítico con la situación, reclamando medidas más contundentes para evitar que este tipo de mercados irregulares se consoliden. A pesar del despliegue policial, al cabo de unas horas la actividad volvió a reanudarse, evidenciando las dificultades que supone un control constante y efectivo.
La situación ha abierto un debate sobre cómo afrontar el problema de raíz. Algunos expertos señalan la necesidad de impulsar políticas sociales y laborales que ofrezcan alternativas reales a quienes recurren a la venta ambulante como único medio de ingresos. Asociaciones de derechos humanos han recordado que detrás de cada vendedor hay una historia de precariedad y exclusión, y que el enfoque únicamente represivo no soluciona el trasfondo del conflicto.
Por su parte, los comerciantes exigen medidas más firmes, ya que consideran que la proliferación del top manta perjudica directamente sus ventas y la imagen turística de la ciudad. La tensión se intensifica especialmente en zonas de gran afluencia como la Barceloneta, donde miles de turistas conviven con los vendedores ambulantes ofreciendo desde gafas de sol y bolsos hasta bebidas y productos electrónicos.
El Ayuntamiento de Barcelona, consciente de la magnitud del problema, ha anunciado que seguirá reforzando la vigilancia y los operativos, pero también ha subrayado la importancia de una estrategia global que combine control policial con medidas de integración social. Mientras tanto, las denuncias continúan acumulándose, reflejando la dificultad de gestionar un fenómeno que ya forma parte de la vida cotidiana en la ciudad y que, año tras año, se multiplica en temporada alta.