Eminem recuerda sus peores momentos en un documental

Eminem, uno de los raperos más influyentes de todos los tiempos, ha vuelto a abrir las puertas de su vida personal en un nuevo documental que está dando mucho de qué hablar. Acostumbrado a mostrar su lado más duro y afilado en sus letras, esta vez el artista se despoja de la coraza para hablar con franqueza de sus momentos más oscuros, aquellos en los que sintió que estaba al borde del final.

En el documental, el rapero de Detroit recuerda con crudeza los días en los que su vida pendía de un hilo por culpa de las adicciones. “Después de la sobredosis pensé que iba a morir si no hacía algo”, confiesa, refiriéndose a uno de los episodios más dramáticos de su carrera. La sobredosis, que estuvo cerca de costarle la vida, fue un punto de inflexión. Aquel día, según cuenta, se dio cuenta de que su problema ya no era algo que podía manejar por sí solo, y que de seguir así, el final sería inevitable.

Eminem explica que llegó a un punto en el que consumía hasta 80 pastillas para dormir en una sola noche, una cifra que deja en evidencia la gravedad de la situación. Durante ese tiempo, el rapero estaba en una espiral de autodestrucción en la que las giras, la fama y la presión mediática se mezclaban con la soledad y la dependencia a los fármacos. “Era como si estuviera adormeciendo todo: mis emociones, mis pensamientos, mi vida entera”, relata con voz pausada en el documental.

Uno de los momentos que más le marcaron fue perderse el cumpleaños de su hija Hailie, un recuerdo que todavía le pesa y que describe como un “golpe en el alma”. Hoy, Hailie no solo es una adulta, sino que ha convertido a Eminem en abuelo, un hecho que le llena de orgullo pero que también le recuerda lo cerca que estuvo de no vivir para verlo. Esa fecha perdida con su hija fue, para él, uno de los detonantes para iniciar el camino hacia la sobriedad.

Tras cumplir 17 años libre de adicciones, el rapero asegura que cada día sigue siendo consciente del esfuerzo que requiere mantenerse en el camino. En el documental se le ve hablando con otros artistas y jóvenes sobre la importancia de pedir ayuda, de no dejar que el orgullo o el miedo se interpongan. Reconoce que sin el apoyo de su círculo cercano, probablemente no estaría vivo.

El tono de Eminem en este trabajo es diferente al de sus entrevistas habituales. No hay arrogancia ni chulería, sino una vulnerabilidad que sorprende y conmueve. Se muestra como un hombre que ha sobrevivido a sí mismo, que ha reconstruido su vida pieza por pieza y que, a pesar de las cicatrices, sigue de pie.

Este documental no solo es un viaje a través de su historia personal, sino también un recordatorio de que incluso las figuras más icónicas y aparentemente invencibles pueden atravesar batallas internas que casi los destruyen. Eminem no busca excusas ni justificaciones; simplemente cuenta su verdad, sin adornos, dejando claro que, aunque el camino de regreso fue largo, cada paso valió la pena.

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